Fútbol, policías, ladrones, el punk, la cumbia, la literatura, la tele, un juego infantil, los 90, los 2000 y ¿más? Pasen y lean las conexiones que puede desatar un graffiti futbolero y carcelario escrito en la calle.
por Alejandro Güerri
Lo que sigue a continuación fue disparado por la foto que ilustra esta nota. Caminaba por Monroe desde Libertador hacia el lado de Cabildo, cuando cruzo la vía y veo el graffiti: cinco puntos distribuidos igual que en la cara de un dado. A cada vértice le corresponde un número y a cada número le corresponde una comisaría de Belgrano y Núñez (31 en Av. Cabildo 232; 33 en Mendoza 2263; 35 en Cuba 3145; y 51 en Artilleros 2081), donde Excursionistas y Defensores también plasman su rivalidad en las paredes.
Este graffiti, coronado con el “Defe” arriba, es una síntesis icónica de la fusión entre el lenguaje de la cárcel y el del fútbol, y además una inversión en el significado original del dibujo, que Claudia Kozak en Contra la pared (su biblia sobre el graffiti argentino, editada en 2004) dice que significa “un policía rodeado de cuatro chorros, lo que equivale a muerte a la policía”. Lo curioso del ataque grafitero de Excursio es que pone a la policía en el lugar de los chorros y a Defe en el de la policía. Por su parte, Kozak nos pone en contexto: “Entre los noventa y la actualidad se mantiene, entonces la presencia en las calles de los graffitis “de firma” pero comienzan a ganar terreno también otras modalidades que evidencian nuevos contextos de empobrecimiento y marginación social. Así, cobran relevancia los graffitis “tumberos” (relativos al lenguaje carcelario), los “futboleros” (en sus versiones “barras bravas”) y los graffitis “en memoria” (inscripciones que recuerdan el nombre de alguien muerto en la calle)”.
El primer disco de 2 Minutos salió en 1994, se llamó Valentín Alsina y fue un boom. “Ya no sos igual” cuenta la historia de Carlos, un traidor entre los pibes del barrio porque se hizo “vigilante de la federal” y “él sabe muy bien que una bala en la noche en la calle espera por él”. La inversión no es sólo económica, ni la venganza es sólo entre clubes. (Dicho sea de paso, el presidente argentino de por entonces también se llamaba Carlos y, desde el inicio de su mandato, cambió los colores de Perón por los liberales del contrario). También en el 94, Attaque 77 sacó un disco: Todo está al revés tenía en la tapa a un policía quien, advertido de un robo menor, decía “yo me encargo” y estaba por apretar un botón con la leyenda “NN”. En la canción que da título al disco se oye: “Lo que nos enseñaron resultó ser al revés. / Algo hay que cambiar, nada es como es. / El bien funciona mal porque el mal funciona bien.”
Prendo la tele un rato durante la misma década. Desde el 95 al 97, Adrián Suar la rompió con Poliladron, una miniserie sobre el amor entre un ladrón y una mujer policía, que toma su nombre del juego infantil donde se arman dos bandos, uno de polis y otro de ladrones, quienes deben cruzar una línea imaginaria de un lado a otro sin ser interceptados en el medio del campo por sus enemigos. Quizás la fusión de ambas palabras obedezca al carácter vampírico del juego: cuando un ladrón es atrapado se convierte en policía. Como le pasa a Defe o al Carlos de 2 Minutos.
En 2002, un año después del concierto de cacerolas y cinco presidentes en tiempo récord, en otro canal empezó otra miniserie de otro Adrián (Caetano), llamada Tumberos, en la que un abogado caía en cana y se enfrentaba con otro preso para ver quién de los dos era “el dueño del pabellón”, como cantaba Pablo Lescano en Para los pibes (2000), el primer disco de Damas Gratis. En 2004, en el mismo canal donde diez años antes habían dado Poliladron, arrancó el reality Policías en acción, que originalmente se llamaba Policía bonaerense, pero como la Federal también podía aportar material al ciclo, el nombre se volvió más abarcativo aunque la idea era la misma: policías con saña persiguiendo ladrones. En La gota que rebasó el vaso (2008), de nuevo Lescano reescribe la historia cuando en “Poli en acción” cambia la mirada de la subjetiva: “Con un tiro en el tobillo voy corriendo hasta el pasillo. / La parca y la gorra me quieren llevar. / Voy corriendo a la casilla / rescato mi zapatilla / rescato mi bolsa, el 38 que martilla y brilla. / La parca y la gorra me quieren matar. / Porque ahí vienen, ellos son / los policías en acción / si hasta trajeron a la televisión.”
Y entonces vuelvo al graffiti que los de Excursio pintaron para los de Defe. ¡Cuántos años de política argentina condensa el dibujo de los cinco puntos! ¡Cuánta violencia y enfrentamientos que se intensifican con las décadas y se trasladan a todo terreno! Y la desdicha de vivir siempre divididos en dos bandos (se llamen como se llamen), aunque haya cruces, aunque “la pura impura mezcla”, como decía Girondo, sea tal vez aquello que nos mantiene unidos en la perplejidad.
En mayo partió la fotógrafa cordobesa Lucía Seguí. Tuve la suerte de conocerla en el Cineclub de Nono, que funcionaba en su casa. Su amigo Ruben De Noia, mi profesor de arquería, me prestó estas postales de sus graffitis cordobeses de los '80, que escaneé para compartir a modo de homenaje.
Desde 2016, Lean registra y publica pintadas callejeras como comentarios de la actualidad: así hace de una cuenta de Instagram las portadas de un diario "personal" al ritmo de la coyuntura.
En la noche del sábado 4 de julio en Constitución, por Virrey Ceballos al 1200 bajo la autopista, quemaron a una mujer dentro de la precaria casilla en la que vivía. No se logró reconocerla pero dicen que se llamaría Julieta. Un grupo anónimo realizó una acción en el lugar para velarla y ver si se puede restituir su nombre.
Atrás de la firma Desorden, se adivina una mano de mujer que convierte la O de la sílaba central en un corazón y combina el tag personal con letras de canciones ajenas. En calles de Uruguay, Chile, Argentina y en su cuenta de Instagram (@desordensenace), podrás ver sobre vidrios y paredes las múltiples aplicaciones de este tag que también muta traducido a otros idiomas. Es lo que pasa cuando el caos se vuelve sensible.
Nicolás Preci nació en 1983 en Buenos Aires. Es fotógrafo, viajero y autor de "Cacheños", una serie de fotos a gran escala de vecinos de Cachi, que pueden verse en las calles de este pueblo salteño desde hace varios meses.
muy buenas las asociaciones!!! y la recorrida por la historia y la cultura desde una pintada futbolera
Oliverio, buen final!
me encantó Ale, cuántas cosas que no sabía y las veo y las escucho todos los días
Muy bueno....en todos los casos siempre esta presente la policía aunque en la mayoría de los casos actuando de mala Fe....siempre prendida en los casos más turbios....