Segunda parte del texto de Daniel Liñares sobre grafitis, canciones y discos, ahora con el foco puesto en el rock nacional, y distinguiendo dos líneas: grafitis políticos y confesionales.
por Daniel A. Liñares
SEGUNDA PARTE
Con respecto al rock nacional y su relación con el grafiti, la tapa del disco Clics Modernos pudiera ser considerada un hito fundacional, más allá del antecedente de «Confesiones...». En la tapa de este disco, editado en 1983, puede verse a Charly --cuya afición por los aerosoles fue tan famosa como hoy aparentemente superada-- posando delante de una pared grafiteada, una pared de algún suburbio de Nueva York, en la que puede leerse escrito con aerosol: “MODERN CLIXS”, inserto entre grafitis de otra índole: un dibujo y un “tag”. --Una mención especial para el mural que reproduce la tapa de este disco en Pellegrini al 1000 en Buenos Aires: Un mural que es reproducción de una tapa de disco que es reproducción de una foto que reproduce un grafiti... ¿que es reproducción de qué?
Temáticamente, se abren principalmente dos grandes grupos de canciones: las que refieren a grafitis políticos y las que refieren a grafitis confesionales, ya sean instrospectivos o de comunicación a una segunda persona.
«Vencedores vencidos» ya desde el título remite a un discurso político, ya de entrada se posiciona como intertexto del discurso de Leonardi luego de haber derrocado a Perón, y su tristemente célebre frase: “Acá no hay ni vencedores ni vencidos”. Cabe hacer notar que en esta canción aparecen claramente manifiestas dos corrientes discursivas: la de los diarios y la de la pared:
Leyendo diarios en...
un baño turco,
empañando ray-bans, mascando hueso.
Tu perro, un perro cruel
con la costumbre de...
no contentarse con los restos.
[...]
Me voy corriendo a ver
qué escribe en mi pared
la tribu de mi calle.
[...]
Me voy corriendo a ver
qué escribe en mi pared
la tribu de tu calle.
¡La banda de mi calle!
¡La tribu de mi calle!1
Desde ya, resulta sugerente que asociado a los diarios aparezca el verbo leer, mientras que por el lado de los grafitis aparece el verbo escribir --si bien el acto referido es el mismo: ver qué escribe sería otra manera de decir leer--, reflejando claramente la diferencia en la participación, en las posibilidades de actividad, de actuación, de actuar que se puede ejercer en cada una de las dos corrientes discursivas. Y hay otros dos fuertes rasgos textuales en este sentido de interpretación del texto a considerar, que son, el primero: “Me voy corriendo a ver / qué escribe en mi pared...”, es decir, no hace falta que sea yo el sujeto que haya escrito eso para sentirlo propio: La escritura es individual y voluntaria, el paño es compartido. Y al ser el paño compartido, sus inscripciones se actualizan constantemente, con una frecuencia acorde a las necesidades, una frecuencia que vuelve necesario ir “corriendo a ver”, como con cualquier serie televisiva de la infancia que empezaba a tal hora, o como las noticias de la sección policiales cuando todavía no se sabe casi nada, excepto que alguien murió, proponiendo un inmenso e indefinido “Continuará...”. --Y es que todo texto se inscribe en una serie, y lo implícitamente cortito del grafiti hace que sea más frecuente su renovación, ya sea tapado por el dueño de la propiedad, ya sea sobreescrito por un grafiti nuevo--. El otro hecho significativo es que, además: “Me voy corriendo a ver / qué escribe en mi pared / la tribu de tu calle”, es decir, que no sólo me interesa lo que dice la tribu de mi calle, también me interesa lo que escribe la tribu de tu calle; y no sólo eso, si no que, además, la tribu de tu calle lo puede escribir en mi pared, y yo voy a estar igualmente ansioso de ir a leerlo, si no, no tendría la necesidad de ir “corriendo a ver”. Y no sólo eso...
En «Olvídalo y volverá por más», aparece manifiesta la pintada partidaria proselitista, reflejando además la canción ciertas particularidades de la época política de ese allí y entonces:
Politiqueando, un doctor de la ley
ganó lugar con sólo prometer.
Carnes asadas convidó al pueblo,
quien dio su voto creyendo...
que poseía sensibilidad social,
que cumpliría sin aflojar
con sus discursos preelectorales,
con los que tejió su fraude.
[...]
Olvídalo y volverá por más,
mostrándose confiable en los carteles.
Con prometer a muchos fascinará,
y con su nombre pintarán paredes.2
Y aquí, en esta canción, todas las corrientes discursivas (los discursos, los carteles, las pintadas) están originadas por fuerzas ajenas, se dibuja una situación comunicacional de opresión.
En cuanto a las canciones que remiten al grafiti como género confesional, la referencia muchas veces es apenas tangencial o metafórica:
Si a tu corazón yo llego igual,
todo siempre se puede elegir.
¡No me escribas la pared!
Sólo quiero estar entre tu piel.3
(En la siguiente canción de Los 7 Delfines resuena aquella expresión inglesa antes mencionada, “writing’s on the wall”:)
Estaba escrito... en esa pared:
Lo que obligas... no,
no va a suceder.4
Sí hay una clara y hermosa cita grafitera en «Postal de La Habana», de Sabina:
Y las viejas banderas... llamando a las trincheras
desde el mural añil... de la pared
donde una mano ha escrito: “Haydee, te necesito”
sobre la boina mítica... del Che.5
Y Andrés Calamaro, por su parte, siendo él también tan intertextualista como es en sus composiciones, bien pudiera estar citando un grafiti verdadero en «Media Verónica»:
En la ventana hay una nota:
“El pájaro no vuela;
tiene las alas rotas.”
Media Verónica lamenta
que el tiempo se consume
y lo demás no cuenta.
“La vida es una cárcel con las puertas abiertas”,
Verónica escribió en la pared
con las tripas revueltas.6
Ahora bien, nótese que, tal como en «Vencedores vencidos», también en esta canción aparece otra corriente discursiva paralela a la grafitera, reflejada en esa nota que está en la ventana a la cual la inscripción en la pared pudiera estar respondiendo. Y esto también ocurre en «Ruta perdedora», con sus carteles luminosos, en la cual además los grafitis se manifiestan por su ausencia:
Y busco mi nombre en las paredes,
y me escapo con todos los trenes,
¡y en las calles me persigo sin razón!
Los carteles luminosos brillan:
“¡Bienvenidos a la ruta perdedora!”.7
Así, la escritura grafitera, tanto la política como la confesional, se manifiesta, a través de la canción, como un lugar de expresión popular, en oposición a otras fuentes discursivas, más relacionadas con los poderes y los mandatos sociales. El acto de escribir la pared causaría, entonces, cierta satisfacción o complitud, contra o ante discursos opresivos, incluyendo el del desamor.
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1 Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, «Vencedores vencidos» (Carlos Alberto “Indio” Solari/ “Skay” Beilinson), en Un baión para el ojo idiota, Buenos Aires, Del Cielito Records, 1988 (frag.).
2 Hermética, «Olvídalo y volverá por más» (Ricardo Iorio/Antonio Romano), en Víctimas del vaciamiento, Buenos Aires, Trípoli Discos, 1993 (frag.).
3 Luis Alberto Spinetta, «Seguir viviendo sin tu amor», en Peluson of milk, Buenos Aires, EMI Odeon, 1991 (frag.).
4 Los 7 Delfines, «Sed» (Richard Coleman), en Dark, Buenos Aires, L7D Records, 1997 (frag.).
5 Joaquín Sabina, «Postal de La Habana» (Joaquín Sabina/Caco Senante/Pancho Varona), en Yo, mí, me, contigo, Madrid, BMG/Ariola, 1996 (frag.).
6 Andrés Calamaro, «Media Verónica», en Alta suciedad, Buenos Aires, Warner Music, 1997 (frag,).
7 La Máquina de hacer pájaros, «Ruta perdedora» (Charly García/José Luis Fernández), en Películas, Buenos Aires, Microfón, 1977 (frag.).
El muralista mexicano David Alfaro Siqueiros (1896-1974) estuvo en Argentina durante la década del 30. Además de pintar un mural, puso en práctica la técnica del esténcil con fines políticos: atacar la dictadura de Agustín P. Justo. En este texto, publicado en su libro de memorias, Me llamaban el coronelazo, cuenta cómo desarrolló una "gráfica de agitación y propaganda".
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