¿Te imaginás una ciudad sin graffiti? ¿Un paisaje de paredes impecables y vacías, dominado por publicidades y carteles de negocios? Bueno, acá va un pasaje del libro Existencilism de Banksy, que invita a imaginar lo contrario: ciudades llenas de vida y color.
Vándalos
Gentuza retorcida sale cada día y pintarrajea esta gran ciudad. Dejando sus garabatos idiotas, invadiendo comunidades y haciendo sentir a la gente sucia y usada. Ellos solo toman, toman, toman y no devuelven nada. Son egoístas y mezquinos, y hacen del mundo un lugar feo para estar.
Los llamamos agencias de publicidad y urbanistas.
La gente dice que hay un problema de graffiti. El único problema con el graffiti es que no hay suficiente.
Imaginate una ciudad donde el graffiti no fuese ilegal, una ciudad donde todo el mundo pudiera dibujar donde le gustara. Donde cada calle estuviese inundada con un millón de colores y frasecitas. Donde esperar en una parada de colectivos nunca fuese aburrido. Una ciudad que se sintiera como algo vivo, que respira, que pretenece a todos, no sólo a los agentes inmobiliarios y los barones de los grandes negocios. Imaginate una ciudad así y dejá de apoyarte contra la pared --está recién pintada.
En el libro Existencilism (2002) de Banksy, y reproducido en la compilación Wall and piece (2005).
Fútbol, policías, ladrones, el punk, la cumbia, la literatura, la tele, un juego infantil, los 90, los 2000 y ¿más? Pasen y lean las conexiones que puede desatar un graffiti futbolero y carcelario escrito en la calle.
Nazza Stencil o Nazza Plantilla es de La Matanza, Provincia de Buenos Aires, pero sus intervenciones pueden verse por varias ciudades de Argentina y del mundo. A partir de algunas preguntas que le hicimos, compartimos su visión sobre algunos aspectos de las intervenciones en la calle.
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Cuando coleccionás grafitis (supongo que pasa con cualquier cosa que colecciones), no podés dejar de notarlos. Además de que abundan. Creo que, más allá de la obsesión, en la ciudad no hay una sola cuadra sin marcas: aunque sea una firma, un dibujito, un mensaje, fijate bien, porque en algún lugar están.
Desde 1998 hasta hoy, la ciudad entera de Buenos Aires es la galería donde Oscar Brahim elige exponer su obra. Sin vernissages ni catálogos con texto crítico, las intervenciones urbanas de Oscar –él las llama juegos– duran poco y están destinadas a un público fortuito, de ojos bien abiertos.