En el libro Written on the City, Axel Albin y Josh Camler proponen una división de los graffiti en tres grupos: del ego, estéticos y con mensaje. Acá va el texto traducido y una invitación a recorrer dichas categorías.
Graffiti del ego
Como una campaña de marketing, como un perro meando en las alcantarillas y en los árboles, el graffiti del ego quiere difundir el nombre de su creador en toda la comunidad etiquetando tantas superficies como sea posible. No dice nada más que el nombre, repitiéndose en cada lugar que se lo encuentra. Se trata de mí, no de vos.
(Mirá algunos en Tags.)
Graffiti estéticos
La pieza, la quemadura, el vómito, el mural: este es el graffiti para el consumo estético. Más que cualquier otra cosa, primero es bello. El impulso detrás de esta clase de graffiti es generoso. Es un regalo para los ojos, para el mundo visual que compartimos.
(Mirá algunos en Dibujos.)
Graffiti con mensaje
Destinado a ser leído y accesible para cualquiera que pase, el graffiti con mensaje está tratando de decirte algo. Quienes lo hayan escrito no te conocen, ni vos lo conocés a ellos, y tampoco importa. Es lo que ya se dijo, es el mensaje lo que importa.
(Mirá algunos en Consejos y pedidos.)
El sábado 9 de noviembre damos una charla sobre grafitis acá: ARTE + NUEVAS TECNOLOGÍAS: Encuentros de Cooperación e Intercambio (ECI) - Artes Electrónicas de la UNTREF | Eje temático: "ARTIVISMO". En la Sala Madres (2do piso) del Centro Cultural San Martín.
Recibimos sugerencias y preguntas en los comentarios.
El viernes 1 de noviembre a las 19hs. participamos en La Libre de este encuentro con proyecciones y una charla abierta, junto a Eduardo Molinari y Santiago Fredes. Acá todos los detalles.
Diariamente se pegan en Buenos Aires entre 7 y 10 kilos de volantes de oferta sexual. Detrás de ellos se esconden la trata de personas y la prostitución infantil. A través de "Un problema real", Juan Pablo Chaves y Rubén Sánchez, buscan darle visibilidad al problema e impulsar soluciones colectivas a través de la acción.
El pasaje de la calle Superí, en el barrio de Belgrano, es conocido porque, desde hace años, sus paredes viven pintadas con grafitis hip-hoperos. Una visita nocturna a esta galería espontánea es la llave que abre una red de asociaciones con el tiempo como eje central.