Al igual que con otras pasiones, la lectura de grafitis me cautivó mucho antes de que pudiera encontrarle motivos. En el principio, entonces, fueron los mensajes. Frases escritas por manos anónimas que, de golpe, en la pared de alguna calle, me salían al cruce. Risa, desconcierto y, a veces, el inevitable estar o no de acuerdo. Pero nunca indiferencia.
Después, vinieron las preguntas. ¿Qué lleva a una persona a escribir lo que siente o piensa en una pared? ¿Tiene en cuenta que lo que diga con pintura va a leerlo mucha gente, y no sólo el destinatario preciso cuando hay una/o? ¿Querrá que sus palabras duren para siempre?
Para quienes escriben grafitis, puede que exista algo atractivo en la cosa clandestina del asunto. Pintar de noche, a la vista de nadie, con la incertidumbre de si la tarea podrá ser llevada a cabo hasta el fin. No menos cierto es que los espacios de expresión pública escasean en la ciudad para cualquiera que no sea una marca, un producto o servicio. Y, claro, también está la satisfacción de imprimir algo propio en el paisaje de todos los días.
Con los grafitis la relación entre lo escrito y sus lectores queda mediada por la casualidad del encuentro. Lo escrito tiende a lo efímero y las paredes son las páginas de un libro, imposible de tener en las manos, que se está escribiendo y borrando todo el tiempo. Quizás, registrarlos sea una forma de hacerlos durar en la memoria, ese puñado de arena que día a día se escurre entre los dedos.
Alejandro Güerri
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Gaucholadri es el alias que eligieron Marcos Zerene y Federico Calandria, dos artistas y diseñadores mendocinos, para firmar sus intervenciones callejeras. En honor a su nombre, el logo de GL es un afano del de LG, una resignificación que invierte el orden de lectura. Siempre en blanco y negro, los dibujos sólidos combinados con palabras finitas, se sacan chispas cuando se encuentran en sus obras.
Daniel Liñares viene desarrollando una investigación sobre canciones, lenguaje y formas poéticas. En este ensayo, exploró diversas relaciones entre grafitis, letras y discos. Acá compartimos la primera parte y un enlace al texto completo en formato pdf.
Segunda parte del texto de Daniel Liñares sobre grafitis, canciones y discos, ahora con el foco puesto en el rock nacional, y distinguiendo dos líneas: grafitis políticos y confesionales.
En el predio abandonado del Mercado del Abasto cordobés, un grupo de 24 artistas callejeros crearon el Museo de arte urbano, un proyecto que participa del movimiento global, Inside Out.