Al igual que con otras pasiones, la lectura de grafitis me cautivó mucho antes de que pudiera encontrarle motivos. En el principio, entonces, fueron los mensajes. Frases escritas por manos anónimas que, de golpe, en la pared de alguna calle, me salían al cruce. Risa, desconcierto y, a veces, el inevitable estar o no de acuerdo. Pero nunca indiferencia.
Después, vinieron las preguntas. ¿Qué lleva a una persona a escribir lo que siente o piensa en una pared? ¿Tiene en cuenta que lo que diga con pintura va a leerlo mucha gente, y no sólo el destinatario preciso cuando hay una/o? ¿Querrá que sus palabras duren para siempre?
Para quienes escriben grafitis, puede que exista algo atractivo en la cosa clandestina del asunto. Pintar de noche, a la vista de nadie, con la incertidumbre de si la tarea podrá ser llevada a cabo hasta el fin. No menos cierto es que los espacios de expresión pública escasean en la ciudad para cualquiera que no sea una marca, un producto o servicio. Y, claro, también está la satisfacción de imprimir algo propio en el paisaje de todos los días.
Con los grafitis la relación entre lo escrito y sus lectores queda mediada por la casualidad del encuentro. Lo escrito tiende a lo efímero y las paredes son las páginas de un libro, imposible de tener en las manos, que se está escribiendo y borrando todo el tiempo. Quizás, registrarlos sea una forma de hacerlos durar en la memoria, ese puñado de arena que día a día se escurre entre los dedos.
Alejandro Güerri
Entre el diseño gráfico, la pintura, la música (es voz y guitarra de la banda “Alfonsina”) y muchas otras actividades, Emiliano Montani realiza intervenciones callejeras en algunas paredes marplatenses. Allí, con papel, aerosol o fibrones, aparece su sello inconfundible, Juan Carlos.
Desde 2008, Leandro Cuchi viene coleccionando imágenes de pintadas hechas sobre puertas y ventanas que abarcan diversas técnicas y estéticas: tags, murales, arte callejero. Las fotos de esta selección provienen de un archivo personal vasto, y fueron tomadas en San Martín, Villa Ballester, Ciudad de Buenos Aires, Quilmes, Avellaneda.
En La Plata, Mar del Plata y Necochea se pueden encontrar paredes con enormes pinturas firmadas por Meárte. Calaveras, rollos de papel higiénico e inodoros, entre tantos otros dibujos, conforman el universo de este artista callejero, autodidacta, que estudió Grabado y Arte Impreso en la UNLP, y que pinta lo que siente para que lo vean todos.
Desde hace casi una década, Proyecto Fauna viene desarrollando intervenciones callejeras en Mar del Plata y otras ciudades. Con plantillas y aerosol, sus integrantes, formados en diseño y fotografía, buscan transformar las paredes de la ciudad en espacios de libertad para expresarse y comunicar.