Al igual que con otras pasiones, la lectura de grafitis me cautivó mucho antes de que pudiera encontrarle motivos. En el principio, entonces, fueron los mensajes. Frases escritas por manos anónimas que, de golpe, en la pared de alguna calle, me salían al cruce. Risa, desconcierto y, a veces, el inevitable estar o no de acuerdo. Pero nunca indiferencia.
Después, vinieron las preguntas. ¿Qué lleva a una persona a escribir lo que siente o piensa en una pared? ¿Tiene en cuenta que lo que diga con pintura va a leerlo mucha gente, y no sólo el destinatario preciso cuando hay una/o? ¿Querrá que sus palabras duren para siempre?
Para quienes escriben grafitis, puede que exista algo atractivo en la cosa clandestina del asunto. Pintar de noche, a la vista de nadie, con la incertidumbre de si la tarea podrá ser llevada a cabo hasta el fin. No menos cierto es que los espacios de expresión pública escasean en la ciudad para cualquiera que no sea una marca, un producto o servicio. Y, claro, también está la satisfacción de imprimir algo propio en el paisaje de todos los días.
Con los grafitis la relación entre lo escrito y sus lectores queda mediada por la casualidad del encuentro. Lo escrito tiende a lo efímero y las paredes son las páginas de un libro, imposible de tener en las manos, que se está escribiendo y borrando todo el tiempo. Quizás, registrarlos sea una forma de hacerlos durar en la memoria, ese puñado de arena que día a día se escurre entre los dedos.
Alejandro Güerri
En alguna parte del país, Figo dirá “principalmente soy fotógrafa y filmer de graffiti, lo cual me lleva a cumplir otros rubros en el ámbito de las letras, más que firmar.” Con fotos analógicas y videos vertiginosos como la vida de ciudad, Figo va del plano abierto al detalle contando desde adentro el mundo de las firmas.
A cuatro días de las elecciones, en varios barrios de Buenos Aires, apareció un cartel pegado sobre las publicidades que plantea una pregunta inquietante.
Valeria Tentoni nos hizo una entrevista sobre el libro Escritos en la calle para el muy recomendable Blog de Eterna Cadencia. Acá va un fragmento y el link a la nota completa.
Barlo Posta es un ilustrador marplatense que viene desarrollando intervenciones muy interesantes en la calle. El arte pop y el street-art se resignifican en sus paredes y se conjugan con otros lenguajes que, como nos cuenta, forman parte de los estímulos que lo atraviesan diariamente.