Al igual que con otras pasiones, la lectura de grafitis me cautivó mucho antes de que pudiera encontrarle motivos. En el principio, entonces, fueron los mensajes. Frases escritas por manos anónimas que, de golpe, en la pared de alguna calle, me salían al cruce. Risa, desconcierto y, a veces, el inevitable estar o no de acuerdo. Pero nunca indiferencia.
Después, vinieron las preguntas. ¿Qué lleva a una persona a escribir lo que siente o piensa en una pared? ¿Tiene en cuenta que lo que diga con pintura va a leerlo mucha gente, y no sólo el destinatario preciso cuando hay una/o? ¿Querrá que sus palabras duren para siempre?
Para quienes escriben grafitis, puede que exista algo atractivo en la cosa clandestina del asunto. Pintar de noche, a la vista de nadie, con la incertidumbre de si la tarea podrá ser llevada a cabo hasta el fin. No menos cierto es que los espacios de expresión pública escasean en la ciudad para cualquiera que no sea una marca, un producto o servicio. Y, claro, también está la satisfacción de imprimir algo propio en el paisaje de todos los días.
Con los grafitis la relación entre lo escrito y sus lectores queda mediada por la casualidad del encuentro. Lo escrito tiende a lo efímero y las paredes son las páginas de un libro, imposible de tener en las manos, que se está escribiendo y borrando todo el tiempo. Quizás, registrarlos sea una forma de hacerlos durar en la memoria, ese puñado de arena que día a día se escurre entre los dedos.
Alejandro Güerri
El sábado 9 de noviembre damos una charla sobre grafitis acá: ARTE + NUEVAS TECNOLOGÍAS: Encuentros de Cooperación e Intercambio (ECI) - Artes Electrónicas de la UNTREF | Eje temático: "ARTIVISMO". En la Sala Madres (2do piso) del Centro Cultural San Martín.
Recibimos sugerencias y preguntas en los comentarios.
El viernes 1 de noviembre a las 19hs. participamos en La Libre de este encuentro con proyecciones y una charla abierta, junto a Eduardo Molinari y Santiago Fredes. Acá todos los detalles.
Diariamente se pegan en Buenos Aires entre 7 y 10 kilos de volantes de oferta sexual. Detrás de ellos se esconden la trata de personas y la prostitución infantil. A través de "Un problema real", Juan Pablo Chaves y Rubén Sánchez, buscan darle visibilidad al problema e impulsar soluciones colectivas a través de la acción.
El pasaje de la calle Superí, en el barrio de Belgrano, es conocido porque, desde hace años, sus paredes viven pintadas con grafitis hip-hoperos. Una visita nocturna a esta galería espontánea es la llave que abre una red de asociaciones con el tiempo como eje central.