¿Quién dijo que los vasitos de telgopor solo sirven para tomar infusiones? Oscar Brahim vuelve a colocar frases inquietantes en la vía pública, a gran escala, con un material y un soporte inesperados.
por Alejandro Güerri
En fechas recientes, los vecinos de dos barrios de la capital fueron convidados con sorbos de lo imprevisto. Las intervenciones de Oscar Brahim volvieron a las calles (¿quizás nunca se hayan ido?), o para ser más exactos, a los alambrados que están dentro del predio de Agronomía, y a los que bordean las vías del ferrocarril San Martín, en La Paternal, frente a las ex-bodegas Giol.
Las frases que se ven en las fotos están compuestas con vasitos descartables de telgopor que, según cuenta Oscar, “los retiro de la bolsa de residuos en las estaciones de gas. Los taxistas se sirven gratis el café y descartan el vasito, que luego enjuago uno por uno para su re-utilización”. El efecto visual recrea una tipografía de puntos, que le da un grado de objetividad al mensaje y de belleza por el salto de escala.
A la sorpresa de pasar y ver un alambrado que dice cosas, se agrega la del contenido. Simples en su estructura, las frases tienen algo contradictorio cuando las releés, como si el sentido tironeara para dos lados y no se dejase atrapar. Oscar aclara: “las frases vienen llegando...estoy leyendo un libro para un trabajo interior propio y algunas me parecen que pueden ser compartidas, 'comprendidas' por el espectador transeúnte”.
Al igual que con otras pasiones, la lectura de grafitis me cautivó mucho antes de que pudiera encontrarle motivos. En el principio, entonces, fueron los mensajes. Frases escritas por manos anónimas que, de golpe, en la pared de alguna calle, me salían al cruce. Risa, desconcierto y, a veces, el inevitable estar o no de acuerdo. Pero nunca indiferencia.
Sea porque los grafiteros fueron sorprendidos in fraganti, porque se terminó la pintura, o se dieron cuenta a mitad de camino de que la pintada no cabía en el espacio elegido, algunos graffiti quedan sin completar...
En su libro Graffiti, Lelia Gándara hace un estudio detallado del género. En este pedazo del texto habla sobre algunos rasgos comunes de la escritura de graffiti.
Por su carácter ilegal, clandestino, la escritura grafitera se desarrolla sobre todo por las noches: menos personas, menos ojos.
Pero hay un tipo de graffiti nocturno por excelencia.