En el marco de la muestra "Las hojas sueltas de un libro escrito en las paredes", el sábado 18 de noviembre, hicimos un Safari Fotográfico en Boedo.
Nos encontramos en Nivangio a las 16 hs. y salimos en grupos a caminar para registrar los grafitis de la zona. Después, nos volvimos a reunir para proyectar las imágenes tomadas durante los paseos. Una forma de relevar el barrio, nutrir el archivo colectivo y compartir en persona el gusto por los grafitis
Muchas gracias por las fotos a: Ayelén Strasnoy, Nina Rubinschik, Eduardo Rubinschik, Natalia Maskin, Lisandro Aldegani, Federico Merea, Tomy Lucadamo, Alejandro Güerri, Fernando Aíta.
Al igual que con otras pasiones, la lectura de grafitis me cautivó mucho antes de que pudiera encontrarle motivos. En el principio, entonces, fueron los mensajes. Frases escritas por manos anónimas que, de golpe, en la pared de alguna calle, me salían al cruce. Risa, desconcierto y, a veces, el inevitable estar o no de acuerdo. Pero nunca indiferencia.
Sea porque los grafiteros fueron sorprendidos in fraganti, porque se terminó la pintura, o se dieron cuenta a mitad de camino de que la pintada no cabía en el espacio elegido, algunos graffiti quedan sin completar...
En su libro Graffiti, Lelia Gándara hace un estudio detallado del género. En este pedazo del texto habla sobre algunos rasgos comunes de la escritura de graffiti.
Por su carácter ilegal, clandestino, la escritura grafitera se desarrolla sobre todo por las noches: menos personas, menos ojos.
Pero hay un tipo de graffiti nocturno por excelencia.