Estas revisitas a los clásicos, listas para ser escritas en la pared, pertenecen a Los nada (2011), el libro póstumo de Javier Adúriz.
(De Italo Calvino
en El vizconde demediado)
A veces uno cree
Que está incompleto
Y nada más es joven
(De Apollinaire, Zona)
Más de una vez
Esta es la calle
Cuyo nombre olvidé
(De origen platónico)
Contemplador,
En los ojos de otro
La belleza (en) verdad
Al igual que con otras pasiones, la lectura de grafitis me cautivó mucho antes de que pudiera encontrarle motivos. En el principio, entonces, fueron los mensajes. Frases escritas por manos anónimas que, de golpe, en la pared de alguna calle, me salían al cruce. Risa, desconcierto y, a veces, el inevitable estar o no de acuerdo. Pero nunca indiferencia.
Sea porque los grafiteros fueron sorprendidos in fraganti, porque se terminó la pintura, o se dieron cuenta a mitad de camino de que la pintada no cabía en el espacio elegido, algunos graffiti quedan sin completar...
En su libro Graffiti, Lelia Gándara hace un estudio detallado del género. En este pedazo del texto habla sobre algunos rasgos comunes de la escritura de graffiti.
Por su carácter ilegal, clandestino, la escritura grafitera se desarrolla sobre todo por las noches: menos personas, menos ojos.
Pero hay un tipo de graffiti nocturno por excelencia.